Entorno de mi trabajo como músico
Entorno puede significar muchas cosas. Se pueden hacer reflexiones desde el punto de
vista geográfico, histórico, profesional, artístico, afectivo, político, social. . Si me planteo la
palabra “entorno” en mi trabajo como músico, quiero hablar principalmente de mi entorno
cotidiano, al que me enfrento cada día. El entorno que engloba al otro entorno más reduci-
do donde se encuentra mi campo de trabajo: el artístico. Y este entorno cotidiano se posi-
ciona como la antítesis y la negación del hecho musical. Por tanto, quiero establecer una
diferenciación entre lo que denominaré entorno social y entorno particular.
Entorno social es todo aquel o que me rodea como miembro de una comunidad amplia
donde comparto un espacio-tiempo con individuos que no conozco.
Entorno particular es todo lo que me rodea después del entorno social y me hace ser dife-
rente de otros individuos de esa comunidad. Es mi campo de acción personal.
El entorno social regula nuestros actos y nuestra manera de comunicarnos, desde los
medios que da el poder. Este compendio de actos y pensamientos tiene cabida, es exclui-
do, reinterpretado, apropiado, minimizado, mantenido al margen por una minoría. . Dentro
de este entorno social hay un trasfondo de frivolización convertido en tono común que
sustenta nuestros actos: la falta de escucha en un sentido físico, simbólico y metafórico.
Desde el poder sentimos repetir incansablemente cómo nuestro entorno evoluciona. Lo
hace para hacernos creer que vivimos con más tiempo y por tanto, con más bienestar.
Dudo que el tiempo de las cosas se reduzca para ofrecernos más tiempo para vivir. Se
busca invertir menos tiempo para las cosas. O acaba siendo una consecuencia. El tiempo
de los actos se hace más corto. Sin embargo, el tiempo para escuchar 5 minutos no se
puede acortar en 4ʼ50” ó 4ʼ25”. .
El tiempo se acelera en la sucesión de actos inconscientes y cambiantes que actúan al
mismo tiempo en lo que es cotidiano y en la exigencia de resolverlos, dejando poco mar-
gen para otros actos más conscientes con los cuales tendríamos una perspectiva de lo
que somos y, por tanto, de lo que hacemos.
Aceptamos las cosas sin experimentarlas. Antes de hacerlo, queremos saber qué forma
tienen: consecuencia y desenlace. Negamos la experiencia y el riesgo, haciéndonos cóm-
plices de una falta de escucha que transciende más al á de lo cotidiano.
Si la disminución de tiempo acarrea una pérdida de escucha, la expresión oral también se
ve afectada en el uso del lenguaje. A la hora de enfrentarnos a una explicación tendemos
a su negación. Esta limitación toma fuerza cuando el tiempo para explicar y comprender
se quiere reducir en detrimento de una formulación correcta de las cosas. Nuestro voca-
bulario disminuye y nuestra recepción es mutilada: analfabetos funcionales. Pero lo más
sorprendente es percatarse en lo cotidiano cómo la negación de una idea toma más fuer-
za y l ega a comunicar mejor que la definición correcta y concisa. Desgraciadamente,
La capacidad de escucha se puede desarrol ar. ¿Por qué no interesa? Sin embargo, la
falta de escucha no es un invento reciente. Esta falta de escucha y el analfabetismo fun-
cional consensuados desde el poder podrían pertenecer más al sentido físico. Desde el
punto menos palpable, se le sumarían dos hechos: la mentira de la libertad de expresión y
el control de los medios de información. La primera actúa como ilusión tranquilizadora y la
La libertad de expresión es la gran mentira que adormece el inconsciente colectivo. Esta
libertad de expresión es la constatación del maquiavelismo de quien pretende controlar la
opinión, que lo hace haciéndonos creer que podemos disfrutar de canales de expresión y
una libertad individual. Y ambas, son mentiras bien mantenidas por los diferentes poderes.
El control de la escucha con engaño realizado bajo el pretexto de la libertad.
La libertad individual es una utopía romántica, pero el individualismo es un hecho. Dar
conciencia individual a la gente, porque se pierde la capacidad de pensar y actuar
colectivamente. La libertad no existe, se construye sobre la base de una necesidad. Y el
engaño es la ilusión de esta libertad.
Los canales de información son los brazos armados de los estamentos políticos y del
poder. Dar voz cuando los canales están ocupados y dirigidos es únicamente una censura
premeditada, porque se está ofreciendo un canal que está colapsado y que es excluyente.
Eso tiene dos consecuencias que son idénticas: el mensaje no l ega nunca o pasa des-
apercibido. Lo único que genera la sobrecarga de información es desinformación. Y quien
la controla se asegurará el poder. ¿Qué pretende el poder? El poder busca perpetuarse,
crecer y sobre todo no cambiar de manos. Una vez que las vías estén controladas, sólo
queda manipular la información y desestructurar el lenguaje para hacerlo más rápido y efi-
ciente. La manipulación constante de la información impone los temas que nos tienen
subyugados, infalibles para mantener la población en estado de shock constante. Estos
temas son los pretextos que pueden hacer ganar o perder poder; por tanto, controlar los
medios difusores de mentiras es incuestionable (terrorismo de Estado consensuado).
El otro factor que mutila nuestra capacidad comunicativa desde el poder es la apropiación
de las palabras para cambiarles el uso y el significado. El uso perverso de conceptos com-
plejos como bien, libertad, solidaridad, amor, paz, comunidad, nación, religión, reducidos a
cualquier eslogan político y comercial. Nos bombardean con frases cortas donde apare-
cen esas palabras en las situaciones más prosaicas. Se frivoliza el lenguaje, diluyendo su
peso y significación. Las limitaciones del lenguaje se amplían cuando se distorsiona cons-
cientemente el significado de las palabras. La escucha padece directamente esta mutila-
ción y simplificación. La escucha se educa. Si se mutila el lenguaje, y su capacidad de
percibirlo, también se mutila la escucha y la capacidad de hacerla crecer.
Quedamos excluidos de nuestras herramientas para comprender el entorno. Lo que no
vemos y escuchamos no existe. Se censura la reflexión como enemigo de un modelo de
sociedad que busca tipos individualistas con poca capacidad colectiva, analfabetos funcio-
nales y con la escucha obstruida. Un perfil clave para perpetuar los medios del poder. Tal
como nos previno Walter Benjamin en el contexto del fascismo con la utilización de los
medios artísticos al servicio de intenciones políticas como “esteticismo de la política”, se
podría dar un salto y cambiarlo por “el esteticismo de la no escucha”. El control de la
Entorno particular: mi campo de trabajo, mi reflexión y mi actitud. En mutación constante,
porque los puntos sobre los cuales se sustenta están en equilibrio y evolución continua.
Entorno frágil porque es íntimo. Lugar donde reflexiono sobre mi trabajo musical, donde
me cuestiono mi escucha y me pregunto cómo es la escucha de los demás. La considero
junto con el tiempo y la reflexión, elementos intrínsecos para entender el hecho musical.
La escucha que exijo incluye considerar el entorno físico. Un lugar donde se pueda perci-
bir la música con una comodidad mínima para ser testimonio directo de el o. ¿Y cuántos
lugares cumplirían estos requisitos sencil os? Nos enfrentamos, entonces, al contexto
capitalista, donde la música se entiende como una mercancía y donde el parámetro para
valorarla es su productividad: CDs vendidos, conciertos realizados, número de público,
merchandising, artículos de prensa, publicidad. . la música que oímos sin escuchar es la
misma “canción” que va cambiando cada cierto tiempo de intérprete.
Hay una fatiga del oído que se traduce en una fatiga de la escucha. El oído es bombarde-
ado hasta el colapso. ¿Alguien podría entender que el oído no se puede cerrar? Los oídos
están cansados por la repetición y el volumen. El poder hace uso del volumen como un
arma intimidatoria. Nosotros le damos nuestra conformidad. Caemos en el engaño.
La imagen se explota de forma explícita. Desde finales del siglo XIX, el sonido ha dejado
su ladera sugestiva para apegarse a la explicidad. Este entorno favorece un sonido explí-
cito, sin ningún elemento sugestivo de reflexión. El loop constante, identificable en pocos
La repetición es inmovilismo. Y aquí aparece el factor volumen. Cuanto más volumen
tenga el mensaje, más gente lo recibirá. El volumen es el medio. El contenido es lo que
menos importa. Lo importante es decirlo más fuerte para anular otros mensajes y recon-
ducir la atención. Una banalización del sonido desde el poder.
Se niega el canto erótico del volumen porque quien lo utiliza lo hace desde el punto
intimidante, desde la fuerza. Para mí este uso no es erótico. Es un acto de dominación y
supremacía. Anulación de un acto de comunicación. No es un acto artístico sino un acto
de perpetuación del poder. En cuanto al volumen, mi canto erótico está relacionado con la
propia física del sonido: el acto de producirlo y la vibración del espacio y el mismo cuerpo
(un resultado directo en el oído y en el cuerpo).
¿Es mi tarea un desecho? Toma forma de desecho porque reclama tiempo sincero para la
escucha, atención para el mensaje, movimiento interno, forma en el espacio y el tiempo. .
Un mundo de elementos que se pueden simplificar y que si se simplifican, sería en lo
explícito de la incomprensión más absoluta. Es un desecho porque toma en consideración
¿Por qué este esteticismo de la no escucha? ¿Por qué mi trabajo no encuentra un entor-
no óptimo para su escucha en lo cotidiano? Si mi posicionamiento es claro en la no acep-
tación de lo que es cotidiano, la contradicción radica en mi exigencia a la hora de definir
cuáles son las pautas para una escucha óptima. Y si yo no desvelo las pautas, mi mensa-
Se tienen que dar pautas para entender las cosas. Dado que las pautas para entender el
entorno social tienden a la simplificación, podría hacer uso de la cripticidad como una
manera de querer diferenciarme. Buscar el contraste más extremo como elemento de
atención, no de comprensión. Pero l amar la atención no es un recurso general y simplista,
que con un primer propósito de desmarcarse, acaba siendo digerido por el mismo entorno.
No olvidemos que la misma constitución de las cosas contiene elementos antagónicos.
Lo que yo quiero es plena capacidad de decisión a la hora de afrontar la escucha, un
posicionamiento y una crítica de mi entorno particular frente al entorno social. Una utopía
que se hace más utópica si la dejo crecer por mi inmovilidad.
Una postura que necesita de otra gente: escucha, crítica y posicionamiento de los demás.
Y no sólo por tener una respuesta a un acto que realizo, sino para hacer crítica. No se
trata de creerme que lo que hago es interesante porque me planteo todo lo que he
expuesto hasta ahora. La ausencia de crítica es lo que hace que la producción artística se
convierta en insustancial y autocomplaciente.
Y la duda se convierte en el arma más peligrosa para quien ostenta el poder: la duda
como interrogación del pasado y del presente que mira hacia el futuro.
Mi análisis se basa en los mecanismos que producen estas diferencias en la escucha: el
poder y su exigencia de perpetuarse frente a mi conciencia de individuo en un contexto
represivo. Necesito otro entorno frente a este entorno social cínico de la libertad consen-
suada: es legítimo negar la perpetuación.
FERRAN FAGES. Músico autodidacta. Trabaja de forma regular en diferentes proyectos
de improvisación: error focus desde el año 1998 con Ruth Barberán, cremaster
(ht p:/ www.cremaster.info/) desde el año 2000 con Alfredo Costa Monteiro, ambilis con
Dorothee Schmitz, desde 2001. Ha trabajado con las coreógrafas Olga Mesa, Constanza
Brncic y Carme Torrent, y ha colaborado con Joan Saura, Agustí Fernández, Jakob
Draminsky, Franck Stofer, Anton Ignorant, Stefan Prins, Derek Bailey, Margarida Garcia,
Francisco López, Andrea Neumann, Peter Kowald, Taku Unami, Masahiko Okura, Masa-
fumi Ezaki, Bukhard Beins, Guiseppe Ielasi y Mark Wastel , entre otros. Más información
en: ht p:/ www.experimentaclub.com/data/ferran_fages/index.htm#bio
Este texto fué originalmente publicado en colaboración con la revista ZEHAR (nº58, 2006
www.zehar.net) del centro de arte contemporáneo de Donostia-San Sebastián ARTELEKU.
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